quiénes somos

Una pedagogía para el desarrollo integral del niño

En el Movimiento de los Focolares, la atención del bienestar del niño, para que se pueda realizar plenamente, se refleja en seguir una pedagogía que tiene como objetivo desarrollar armoniosamente todas las dimensiones de la persona en sus diversos componentes:

Dimensión personal e interpersonal:

El ejercicio del arte de amar apoya el crecimiento del niño tanto como persona como en el desarrollo de las habilidades relacionales: perdonar, acoger al otro, reconocer y valorizar la diversidad, ayudar a quien está en dificultad, etc…

Cuenta una gen4: «En mi clase hay una niño que nunca comparte con las demás aunque sí podría hacerlo. Un día ella vino a la escuela y sacó su libro que estaba roto en algunas partes. Estaba triste y preguntó si alguien tenía cinta de pegar porque quería arreglar su libro. Todas las chicas se negaron diciendo: “Bien, no te damos porque tú no nos das nunca nada.”  Pero yo les dije a mis compañeras: “Si Dios es amor, Él nos ama, por lo tanto, también yo debo amar a todos. No puedo no prestarle mi cinta de pegar.” Entonces no solo le presté la cinta de pegar sino que también le ayudé a arreglar su libro. Sentí a Jesús en mi corazón».

Nos proponemos ayudar a:

  • promover el desarrollo emocional y relacional; 
  • adquirir una mayor autoestima y confianza en sí mismo;
  • hacer crecer las bases humanas como la escucha, la empatía, la gratuidad, la solidaridad, el respeto recíproco, dando nosotros el ejemplo en primer lugar;
  • desarrollar en ellos una cultura basada en el dar y compartir;
  • aprender a afrontar situaciones de dificultad o sufrimiento personal y de otros, a no detenerse delante de las dificultades;
  • descubrir la alegría de estar juntos, jugar y ser creativos respetándose recíprocamente.

Dimensión social y global – “niños-ciudadanos”

La formación gen4 tiene como objetivo acompañarlos a abrir sus horizontes, vivir experiencias de una activa ciudadanía, cuidando el medio ambiente y la naturaleza: por lo tanto, una formación pro-social, para convertirlos en “niños-ciudadanos”, capaces de participar activamente en la construcción de la colectividad.

Por lo tanto, nos proponemos:

  • descubrir juntos las cosas positivas que existen en el mundo. Un universo que puede ser animado por la generosidad, la solidaridad, la paz, el amor: valores que generan la fraternidad universal; 
  • sentirnos parte de una comunidad, aprendiendo a ver las necesidades de las personas y de la sociedad a nivel local y global;
  • promover la sensibilidad hacia los necesitados, aprendiendo a compartir y a vivir la cultura del dar;
  • desarrollar la atención hacia el ambiente en el cual se vive, para estar en armonía con la creación;
  • sentar bases sólidas para la formación de “hombres nuevos”, constructores de paz y fraternidad desde una temprana edad para hacer una contribución al mundo unido.

Dimensión espiritual:

Los niños son los más cercanos a Dios y justamente por su inocencia son más sensibles a las cosas divinas. Por este motivo, Chiara Lubich señaló, ya en los años 70, que es importante cuidar, desde los primeros años de los niños, la dimensión de la interioridad y la relación con lo divino, para no cancelar esta capacidad sino más bien ayudarlos a desarrollarla.

Por lo tanto, nos proponemos a:

  • crear espacios y momentos donde los niños puedan alimentar su sed natural de la belleza, ayudándolos a descubrir lo divino que está en ellos, en los demás, en la naturaleza, en el mundo, para hacer crecer en ellos su vida interior,
  • hacerles descubrir la posibilidad de crecer en la fe.

Estas tres dimensiones (personal e interpersonal, social y global, espiritual), constitutivos de nuestro ser, están fuertemente conectadas entre sí y sería imposible separarlas: por esta razón, tratamos de tenerlo en cuenta incluso en la elaboración de contenidos y en las modalidades para llevar a cabo las actividades.